miércoles, 28 de abril de 2010

Vendrá la muerte...

Gedächtnis

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto. Tus ojos
serán una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas
ante el espejo. Oh, amada esperanza,
aquel día sabremos, también,
que eres la vida y eres la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.
Mudos, descenderemos al abismo.

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
Autor: Cesare Pavese (1908-1950)


Verrà la morte e avrà i tuoi occhi

Verrà la morte e avrà i tuoi occhi
questa morte che ci accompagna
dal mattino alla sera, insonne,
sorda, come un vecchio rimorso
o un vizio assurdo. I tuoi occhi
saranno una vana parola,
un grido taciuto, un silenzio.
Così li vedi ogni mattina
quando su te sola ti pieghi
nello specchio. O cara speranza,
quel giorno sapremo anche noi
che sei la vita e sei il nulla

Per tutti la morte ha uno sguardo.
Verrà la morte e avrà i tuoi occhi.
Sarà come smettere un vizio,
come vedere nello specchio
riemergere un viso morto,
come ascoltare un labbro chiuso.
Scenderemo nel gorgo muti.

Verrà la morte e avrà i tuoi occhi
Cesare Pavese (1908-1950)


Verrà la morte e avrà i tuoi occhi en la voz de Vittorio Gassman, aquí


Fotografía: Gedächtnis

lunes, 19 de abril de 2010

Temores

Cimetière du Père-Lachaise


«Claudio: ¡La muerte es una cosa terrible!

Isabela: ¡Y una vida en la vergüenza, despreciable!

Claudio: ¡Sí!… Pero morir e ir no sabemos adónde; yacer en frías cavidades y quedar allí para pudrirse; este calor, esta sensibilidad, este movimiento, convertirse en un puñado de blanda arcilla; esta inteligencia deliciosa, bañarse en olas de fuego, o residir en alguna región escalofriante, de murallas de hielos espesos; estar aprisionado, en vientos invisibles y arremolinarse, con violencia sin tregua, en derredor de un mundo suspendido en el espacio; o volverse más miserable que el más miserable de esos seres que imaginan aullando pensamientos inciertos y desarreglados. ¡Es demasiado horrible! La vida terrenal más penosa y más maldita que la vejez, la enfermedad, la miseria o la prisión puedan imponer a una criatura, es un paraíso en comparación a lo que tememos de la muerte. »



miércoles, 14 de abril de 2010

Huellas de dolor y muerte

Huellas de traición y muerte


Huellas del plomo traidor que arrancó del corazón de muchos la esperanza nacida un 14 de abril de 1931.


En la puerta de entrada al Cementerio de Armilla, en la Comarca de la Vega, se pueden observar las huellas de bala de las ejecuciones. Durante décadas han estado ocultas: repelladas con yeso y blanqueadas con cal. Pero, sobre todo, ha estado ocultas por el miedo y el silencio cómplice.

Nunca cicatriza una herida tapándola sin curar. Y menos, si la cubre una costra sucia y maloliente de impunidad e injusticia.

Acabaron con aquella primavera y llegó un invierno largo, cruel y sangriento.

Acabaron con aquella primavera, pero vendrán otras.

sábado, 10 de abril de 2010

jueves, 8 de abril de 2010

Incomprensión

La Muerte..

Incomprensión (Detalle)

...esa gran incomprendida.

Incomprensión

La foto está tomada en el Jardín de las Cenizas del Cementerio Municipal de San José, en Granada (Andalucía).

Fotografía: Incomprensión

lunes, 5 de abril de 2010

domingo, 4 de abril de 2010

In the Black Forest

Cementerio Municipal de San José, Granada (Andalucía)

En el bosque negro

Me acosté debajo de los pinos,
Miré hacia arriba, hacia el verde
Oscuro en la copa de los árboles,
Brillo sombrío que marca el paso del azul.

Cerré los ojos, y un increíble
Sentido fluyó sin criterio:
Aquí yazgo muerta y enterrada,
Y este es un cementerio.
Estoy en un reposo eterno,
Han terminado todos los conflictos.
Caí recta y sentí los lamentos
Por mi pequeña vida pasada.

Derecho injusto y labor perdida,
Sabio conocimiento despreciado;
La pereza y el fracaso y el pecado,
¿Yo fui triste por esto?
Me han puesto triste a menudo;
Ya nunca más asaltan mi pudor,
Mi corazón estaba lleno de dolor
Por la alegría que nunca tuvo.


Amy Levy (1861-1889)

In the Black Forest

I lay beneath the pine trees,
And looked aloft, where, through
The dusky, clustered tree-tops,
Gleamed rent, gay rifts of blue.

I shut my eyes, and a fancy
Fluttered my sense around:
"I lie here dead and buried,
And this is churchyard ground.

"I am at rest for ever;
Ended the stress and strife."
Straight I fell to and sorrowed
For the pitiful past life.

Right wronged, and knowledge wasted;
Wise labour spurned for ease;
The sloth and the sin and the failure;
Did I grow sad for these?

They had made me sad so often;
Not now they made me sad;
My heart was full of sorrow
For joy it never had.


Amy Levy (1861-1889)

La única certeza

Aquí yace...
Desde que nace, al ser humano sólo le cabe una certeza absoluta: la de su muerte. Contra esto, nada cabe. La vida, nuestra vida, es el intervalo comprendido entre ambos sucesos, el de nacer y el de morir. Decir esto podría parecer una perogrullada pero, sin pensamos en el modo en que nuestra sociedad observa la muerte nos daremos cuenta de que, dejando a un lado la visión mercantilista, la muerte es en nuestra sociedad algo oscuro, siniestro y lejano, algo de lo que es mejor ni hablar.


Aquí, en Exitus Letalis, contemplaremos todo lo relacionado con la muerte sin miedo, sin tristezas, sin angustia, incluso con humor... como un instante más de nuestra limitada existencia.


No imaginéis detrás de estas letras a un "tipo raro", macabro y siniestro, que duerme en un catafalco con crespones de brillante raso negro. Nada más lejos de la realidad. Soy una persona vitalista que pretende disfrutar del regalo de la vida del modo más intenso posible. Pero tengo asumida la idea de que todo esto acabará, algún día.


Probemos, pues, a ver que tal...

Fotografía: Aquí yace...